Hija de padres cansados
te imaginaste siempre como reina
y como reina te trataron
Te persignaste siempre en la mentira
aprendiste que los salmos del beaterío
eran más útiles que los de Cristo
Jugaste a ser diferente por creerte mejor
escupiste en el prójimo por creerte mejor
en su propio nombre le escupiste
Apretaste corazones hasta reventarlos
mataste de pena un par de suspiros
consagraste tu virginidad al poder
Eres totalmente de este mundo
del príncipe de este mundo
del reptar servil de este mundo
Me aparto de tu vestido blanco
que como la nieve adormece y mata
y me hundo en la poesía que no entiendes
En ella, camello, está el ojo de tu aguja
martes, 16 de junio de 2009
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